Mi reencuentro conmigo
Fotos y pensamientos
29 dic 2017
1 ene 2017
29 dic 2016
20 sept 2015
Del dolor a la crueldad a la sanación
Una de las mayores causas de la crueldad son las heridas mentales y emocionales no superadas. Son heridas abiertas no visibles que no se pueden cuantificar y a veces es muy difícil saber como tratarlas, en especial si no se busca ayuda. Es incluso muy común creer que si no se piensa en el dolor, este desaparecerá. Pero no desaparece, sino que se convierte en una molestia crónica, de la cual hasta se pierde el rastro de su causa.
Independientemente si la causa de esta herida es algo consciente o se ha escondido en el subconsciente, esta herida duele y hace que aparezcan muchas emociones, como la necesidad de protegerse, aislarse de aquello que pueda causar más dolor, evitar a toda costa el volver a ser herido hasta el nivel de herir antes de que me hieran, envolverse en una máscara de falsa seguridad o alejarse de los seres queridos, que es con quienes se siente más frágil y vulnerable.
Detrás de todas estas emociones está el miedo al dolor. Se empieza a buscar de qué y de quienes protegerse, quienes valen la pena y quienes no, quienes son buenos y quienes son malos, a adivinar las intensiones de los demás, a dar cada paso con sumo cuidado para no correr el peligro de ser herido nuevamente. Este miedo puede incrementar hasta niveles altamente insanos en que se ve malas intenciones en cada persona que nos rodea. Esta forma de pensamiento no puede llevar más que a la autodestrucción.
Para salir de este círculo vicioso el primer paso es reconocer que hay una herida, aunque no se recuerde su origen. Al apropiarnos de nuestro propio dolor ya no quedamos expuestos a que alguien más nos hiera, es nuestro y podemos expresarlo cuando, donde y de la manera que más nos ayude, podemos vivir el duelo que esa herida representa.
Al empezar a liberar las emociones de ese dolor vuelve la memoria de su causa, permitiendo liberar el pasado, soltar la causa del dolor y perdonar. Soltar y perdonar no siempre es fácil.
Para perdonarse uno mismo es necesario tener la compasión para darse cuenta que uno no es perfecto, que nos podemos equivocar, que no tenemos porqué saber todo y ser capaces de reaccionar bien ante todas las situaciones. El solo hecho de darnos cuenta significa que podemos cambiar y hacerlo mejor la próxima vez.
Perdonar al otro en cambio no es liberarlo de culpa o decir que es inocente. Perdonar significa reconocer al otro como un ser humano con sus propias heridas y defectos, así como también con sus propias virtudes. Que aquello que haya hecho no es más que un reflejo de su propia realidad y que que no tiene que ver con nosotros, sino con ellos mismos. Perdonar entonces significa liberarlo a que vivan su propia realidad, mientras nosotros soltamos el daño para poder sanarnos, reconociendo los hechos tal como fueron, lo bueno y lo malo, sin juzgar y permitiendo que el pasado se convierta en pasado y deje de teñir nuestro presente.
Mientras más tiempo dejamos pasar desde que se produjo la herida, más difícil se vuelve el proceso da sanación, en especial si se produjo en la temprana infancia. Lo más recomendable es realizar los procesos de sanación más difíciles con ayuda terapéutica, pero siempre se puede realizar trabajo personal que nos permitirá conocernos mejor y emprender el camino de la sanación.
En alguna parte del proceso podemos sentir un vacío ahí donde estaba la herida, este vacío se puede llenar solo con amor, dándonos el espacio para cuidarnos, querernos, el cariño de nuestros seres amados, nuestras mascotas o realizando alguna actividad que nos llene el corazón como cantar, pintar, etc. Así de a poco volvemos a estar completos.
Independientemente si la causa de esta herida es algo consciente o se ha escondido en el subconsciente, esta herida duele y hace que aparezcan muchas emociones, como la necesidad de protegerse, aislarse de aquello que pueda causar más dolor, evitar a toda costa el volver a ser herido hasta el nivel de herir antes de que me hieran, envolverse en una máscara de falsa seguridad o alejarse de los seres queridos, que es con quienes se siente más frágil y vulnerable.
Detrás de todas estas emociones está el miedo al dolor. Se empieza a buscar de qué y de quienes protegerse, quienes valen la pena y quienes no, quienes son buenos y quienes son malos, a adivinar las intensiones de los demás, a dar cada paso con sumo cuidado para no correr el peligro de ser herido nuevamente. Este miedo puede incrementar hasta niveles altamente insanos en que se ve malas intenciones en cada persona que nos rodea. Esta forma de pensamiento no puede llevar más que a la autodestrucción.
Para salir de este círculo vicioso el primer paso es reconocer que hay una herida, aunque no se recuerde su origen. Al apropiarnos de nuestro propio dolor ya no quedamos expuestos a que alguien más nos hiera, es nuestro y podemos expresarlo cuando, donde y de la manera que más nos ayude, podemos vivir el duelo que esa herida representa.
Al empezar a liberar las emociones de ese dolor vuelve la memoria de su causa, permitiendo liberar el pasado, soltar la causa del dolor y perdonar. Soltar y perdonar no siempre es fácil.
Para perdonarse uno mismo es necesario tener la compasión para darse cuenta que uno no es perfecto, que nos podemos equivocar, que no tenemos porqué saber todo y ser capaces de reaccionar bien ante todas las situaciones. El solo hecho de darnos cuenta significa que podemos cambiar y hacerlo mejor la próxima vez.
Perdonar al otro en cambio no es liberarlo de culpa o decir que es inocente. Perdonar significa reconocer al otro como un ser humano con sus propias heridas y defectos, así como también con sus propias virtudes. Que aquello que haya hecho no es más que un reflejo de su propia realidad y que que no tiene que ver con nosotros, sino con ellos mismos. Perdonar entonces significa liberarlo a que vivan su propia realidad, mientras nosotros soltamos el daño para poder sanarnos, reconociendo los hechos tal como fueron, lo bueno y lo malo, sin juzgar y permitiendo que el pasado se convierta en pasado y deje de teñir nuestro presente.
Mientras más tiempo dejamos pasar desde que se produjo la herida, más difícil se vuelve el proceso da sanación, en especial si se produjo en la temprana infancia. Lo más recomendable es realizar los procesos de sanación más difíciles con ayuda terapéutica, pero siempre se puede realizar trabajo personal que nos permitirá conocernos mejor y emprender el camino de la sanación.
En alguna parte del proceso podemos sentir un vacío ahí donde estaba la herida, este vacío se puede llenar solo con amor, dándonos el espacio para cuidarnos, querernos, el cariño de nuestros seres amados, nuestras mascotas o realizando alguna actividad que nos llene el corazón como cantar, pintar, etc. Así de a poco volvemos a estar completos.
11 sept 2015
El Baile entre Chicory y Centaury
Es muy común que las personalidades complementarias se encuentren para mostrarse una a otra lo que necesitan aprender en esta vida. Creen ver un espejo, cuando en realidad están viendo lo contrario.
Es así como una personalidad Chicory, que aparenta una actitud de servicio para lograr ser el centro de la gratitud y los afectos de todos empata comúnmente con una personalidad Centaury, que tiene una verdadera vocación de servicio, pero que se deja pasar a llevar al no poder decir que no y permite que los demás se lleven el fruto y el crédito por sus esfuerzos.
Se encuentran por lo general por una causa o afecto en común y Centaury se siente acogido por el aparente afecto de Chicory y Chicory se siente halagado por la atención desinteresada e incondicional de Centaury. Chicory empieza a pedir, Centaury empieza a dar y Chicory devuelve un falso afecto aparentemente tan grande y sacrificado que Centaury siempre de alguna manera siente que queda en deuda, con un rastro de culpa de no poder responder en la medida de todo lo que recibe.
Chicory por mientras se siente altruista y que está ayudando a Centaury a crecer y ser una mejor persona, porque al ser más experimentado en la vida puede decirle a Centaury como debe hacer las cosas para que todo salga bien. Además que su afecto es algo que nadie más le puede dar.
Ambos les falta aprender a amar sanamente, Chicory, que no puede estar exigiendo el amor de los demás al nivel de manipularlos y Centaury a que el verdadero amor es cariñoso y no abusivo. Ambos necesitan aprender a amarse a sí mismos incondicionalmente.
Esta forma de vincularse viene de la temprana infancia.
Chicory aprende rápidamente que haciendo berrinches y pataletas puede lograr la atención de sus padres o cuidadores y muchas veces lograr hacer lo que quieren e incluso que le compensen. Entonces aprender a simular el llanto le es una herramienta altamente rentable. en los niños no hay un discernimiento de si esto es bueno o es malo, cualquier niño va a sonreír, llorar, bailar o hacer cualquier tipo de gracias por recibir un cariñito, un chocolate, un juguete o en casos extremos incluso un reto y un castigo que representen un poco de atención de parte de los padres. En el caso de Chicory sus padres le prestan atención y corren cuando el niño llora o hace berrinches. Y muchas veces los mismos padres usan estas técnicas entre ellos o con otros, lo cual el niño aprende rápidamente mejorando sus propias técnicas.
Lo difícil con esto es que no aprenden a estar solos, disfrutar y valorar su propia compañía y se valoran solo en función de la atención que reciben.
El niño Centaury en cambio siente abandono desde pequeño por padres ausentes, por tener que competir con hermanos u otros miembros de la familia o exceso de de trabajo de los padres. Aprende pronto que ayudando o haciendo pequeños servicios recibe reconocimiento, gratitud o al menos un poquito de atención. Empiezan entonces a tomar responsabilidad que no les corresponden de manera voluntariosa o tal vez a regañadientes con miedo de decir que no, para no perder ese pedacito de atención. Se convierten fácilmente en viejos chicos que se olvidan de jugar y disfrutar de la vida, abarcando responsabilidad de los demás, de las cuales se sienten culpables si no las cumplen. Frecuentemente sus padres son exigentes con ellos, pero a su vez también tienen dificultades de poner límites a la familia, amigos o conocidos.
Así estos personajes se encuentran aparentemente formando un círculo vicioso, pero aquellas dificultades nefastas que aparecen en un comienzo hacen evidente lo que cada uno necesita aprender y en la medida que cada uno toma consciencia de la causa de su sufrimiento y se hace cargo de transformar su realidad este vínculo se puede convertir en un círculo virtuoso. No siempre es evidente y se puede necesitar ayuda. A veces también este proceso de toma de consciencia y transformación puede ser doloroso, pero al final es tremendamente liberador y trae consigo una nueva forma de vivir la vida con mucha más tranquilidad y alegría.
Es así como una personalidad Chicory, que aparenta una actitud de servicio para lograr ser el centro de la gratitud y los afectos de todos empata comúnmente con una personalidad Centaury, que tiene una verdadera vocación de servicio, pero que se deja pasar a llevar al no poder decir que no y permite que los demás se lleven el fruto y el crédito por sus esfuerzos.
Se encuentran por lo general por una causa o afecto en común y Centaury se siente acogido por el aparente afecto de Chicory y Chicory se siente halagado por la atención desinteresada e incondicional de Centaury. Chicory empieza a pedir, Centaury empieza a dar y Chicory devuelve un falso afecto aparentemente tan grande y sacrificado que Centaury siempre de alguna manera siente que queda en deuda, con un rastro de culpa de no poder responder en la medida de todo lo que recibe.
Chicory por mientras se siente altruista y que está ayudando a Centaury a crecer y ser una mejor persona, porque al ser más experimentado en la vida puede decirle a Centaury como debe hacer las cosas para que todo salga bien. Además que su afecto es algo que nadie más le puede dar.
Ambos les falta aprender a amar sanamente, Chicory, que no puede estar exigiendo el amor de los demás al nivel de manipularlos y Centaury a que el verdadero amor es cariñoso y no abusivo. Ambos necesitan aprender a amarse a sí mismos incondicionalmente.
Esta forma de vincularse viene de la temprana infancia.
Chicory aprende rápidamente que haciendo berrinches y pataletas puede lograr la atención de sus padres o cuidadores y muchas veces lograr hacer lo que quieren e incluso que le compensen. Entonces aprender a simular el llanto le es una herramienta altamente rentable. en los niños no hay un discernimiento de si esto es bueno o es malo, cualquier niño va a sonreír, llorar, bailar o hacer cualquier tipo de gracias por recibir un cariñito, un chocolate, un juguete o en casos extremos incluso un reto y un castigo que representen un poco de atención de parte de los padres. En el caso de Chicory sus padres le prestan atención y corren cuando el niño llora o hace berrinches. Y muchas veces los mismos padres usan estas técnicas entre ellos o con otros, lo cual el niño aprende rápidamente mejorando sus propias técnicas.
Lo difícil con esto es que no aprenden a estar solos, disfrutar y valorar su propia compañía y se valoran solo en función de la atención que reciben.
El niño Centaury en cambio siente abandono desde pequeño por padres ausentes, por tener que competir con hermanos u otros miembros de la familia o exceso de de trabajo de los padres. Aprende pronto que ayudando o haciendo pequeños servicios recibe reconocimiento, gratitud o al menos un poquito de atención. Empiezan entonces a tomar responsabilidad que no les corresponden de manera voluntariosa o tal vez a regañadientes con miedo de decir que no, para no perder ese pedacito de atención. Se convierten fácilmente en viejos chicos que se olvidan de jugar y disfrutar de la vida, abarcando responsabilidad de los demás, de las cuales se sienten culpables si no las cumplen. Frecuentemente sus padres son exigentes con ellos, pero a su vez también tienen dificultades de poner límites a la familia, amigos o conocidos.
Así estos personajes se encuentran aparentemente formando un círculo vicioso, pero aquellas dificultades nefastas que aparecen en un comienzo hacen evidente lo que cada uno necesita aprender y en la medida que cada uno toma consciencia de la causa de su sufrimiento y se hace cargo de transformar su realidad este vínculo se puede convertir en un círculo virtuoso. No siempre es evidente y se puede necesitar ayuda. A veces también este proceso de toma de consciencia y transformación puede ser doloroso, pero al final es tremendamente liberador y trae consigo una nueva forma de vivir la vida con mucha más tranquilidad y alegría.
Imágen por Christian Shloe
4 sept 2015
Aprendiendo a amarme
Algo importante a aprender es que la persona más importante y merecedora de mi cariño soy yo y que la expresión de amor más valiosa es el amor que yo misma me puedo dar. Que el abrazo más cálido es el que yo me doy y la caricia más dulce la propia. Que la única opinión que importa en mi vida es la mía y que los consejos más sabios vendrán de mi guía interior. Que los consejos y opiniones de los demás siempre tienen que pasar por el filtro de mi mejor consejero, que soy yo misma. Que está en mis manos conocerme mejor cada día un poquito más, ser un poco mejor y aprender algo nuevo. Que soy la única responsable de mi vida, mi salud, mis pensamientos. Que soy yo quién debo aprender a aceptarme y amarme incondicionalmente y que sólo en la medida que me ame podré amar a otros y no que sea una necesidad de recibir amor y aceptación. Entender que familia y amigos son compañeros de camino que llegan y se van y que aunque haya apoyo mutuo no los puedo usar de muleta, ni dejar que me usen como muleta o una piedra en la que sentarse.
Es tan importante darme cuenta que nadie puede darme ese amor que yo necesito sí no me lo doy yo primero. El amor propio es como la fuente que recibe y sostiene el amor de los demás y que desde ese amor que hay ya dentro de mi misma es que puedo amar verdadera e incondicionalmente.
El verdadero amor nace de la plenitud y no de la carencia y hasta que logramos desarrollar esa plenitud, los vínculos con los demás los convierten en nuestros maestros que nos enseñan lo que todavía nos queda por aprender.
Es tan importante darme cuenta que nadie puede darme ese amor que yo necesito sí no me lo doy yo primero. El amor propio es como la fuente que recibe y sostiene el amor de los demás y que desde ese amor que hay ya dentro de mi misma es que puedo amar verdadera e incondicionalmente.
El verdadero amor nace de la plenitud y no de la carencia y hasta que logramos desarrollar esa plenitud, los vínculos con los demás los convierten en nuestros maestros que nos enseñan lo que todavía nos queda por aprender.
6 ago 2015
Simbolismo Animal
En muchas culturas se considera a los animales como mensajeros y hasta maestros espirituales. Por ejemplo como la paloma como mensajero divino, el lobo como guía espiritual, el cuervo como mensajero de malas noticias, las mariposas como manifestación del alma, etc. Es importante conocer este simbolismo, porque nos conectan con nuestro subconsciente y nuestro yo interior.
Jerbo | Muestra claridad en el nuevo camino por el cual ya solo se puede avanzar con fluidez y rapidez, adaptándose fácil y rápidamente a los cambios. Ya solo queda avanzar por el camino escogido enfrentando los nuevos desafíos, evadiendo fácilmente las dificultades con grandes y ágiles saltos. Demuestra una fuerza, equilibrio y recursos mucho mayores a los aparentes. |
Leopardo | Es el sanador de heridas profundas y ayuda a resolver problemas antiguos reclamando el poder que se perdió cuando se produjo la herida. Nos recuerda que después de un período de sufrimiento y muerte siempre hay un período de renacimiento. Es un recuerdo de que tenemos muchos recursos, habilidades y patrones internos disponibles que nos permitirán abarcar una gran variedad de tareas. Estos pueden ser recursos físicos, mentales, emocionales o espirituales. También nos recuerda de aceptar nuestras propias manchas y usarlas como nuestras fortalezas. Dejar de escondernos por aquello que percibimos como debilidades. Tenemos el poder y la fortaleza de lograr todo lo que soñamos. Simplemente tenemos que creer y tener fé y encontrar el camino correcto. La clave es la paciencia y la persistencia. |
Lobo
| Nos recuerda que todavía habita el espíritu salvaje dentro de nosotros. Este nos enseña sobre nuestro ser interior y descubrir nuestro poder oculto y nuestra capacidad de aguante, así como también el orden de las cosas, el balance, la armonía y las disciplina. Encarna a la vez la libertad, así como también el sentimiento de comunidad, manteniendo siempre la individualidad. El aullido representa defender nuestra posición y nuestros límites. Es altamente inteligente y posee una gran intuición, buscando siempre soluciones diplomáticas ante los problemas antes que atacar. Es un maestro y pionero que trae dirección a nuestras vidas y nos enseña a desarrollar fuerza y confianza en nuestras decisiones. Nos lleva también a lo sagrado y lo espiritual y confiar en nuestra percepción y nuestra voz interna. |
Sapo
| Representa el cambio, la metamorfosis, la transformación, nadar fácilmente a través de los cambios en la vida, incluso si estos son difíciles. Limpieza y sanación. Una mejora en la intuición y conexión con el mundo espiritual y lo sagrado, así como también lograr un mayor poder personal. La belleza escondida, la pureza, alegría, serenidad y suerte. Tolerancia, dinamismo, apertura, humano y comprensivo. |
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