Imágen de Christian Shloe
Pero, ¿hasta donde son normales estas discusiones y donde empieza el maltrato? ¿cuando son solo problemas de comunicación o diferencias culturales y cuando son conductas destructivas?
Hay ciertas actitudes con las que hay que tener especial cuidado y ponerse en alerta, cosas que no se pueden permitir:
- Desvalorización: el primer paso del maltrato empieza sutilmente con la desvalorización, haciendo que la persona empiece a dudar de sus opiniones, de lo que sabe, empezando a sentirse inferior o poniendo al otro en un rol de autoridad. Esto se pasa por quejas, miradas de desdeño, etc.
- Alejar a los amigos y la familia: el abusador empieza a generar duda, discordia, humilla a los amigos o pone distancia física o genera dificultades para que los vea. Así va aumentando la sensación de soledad y de necesidad de estar cerca del abusador.
- Control: busca controlar las acciones del otro, la manera en que viste, sus actividades, con quien se junta, sus horarios, evita dentro de los posibles que tenga un ingreso o bienes propios con tal de generar dependencia.
- Maltrato sexual: de una relación sexual aparentemente sana en un comienzo empieza una objetualización, desvalorización, sexo rudo o humillando o incluso esperar a que el otro se quede profundamente dormido para usarlo.
- Violencia indirecta: portazos, hablar fuerte, golpear las paredes o los muebles, enojarse desproporcionadamente por cosas insignificantes, romper platos o arrojar objetos con violencia, manejar violentamente serpenteando entre otro autos y tocando la bocina todo el tiempo, hacer gestos violentos con herramientas peligrosas como sierras eléctricas o taladros, etc.
Después de esto es solo un paso a la violencia física. Es importante darse cuenta cuando se ha caído en esta espiral descendiente y que se puede pedir ayuda, que siempre hay una salida. Que cuando se ha intentado todo, aprender nuevas formas de dialogar, ayuda externa, vincularse de otra maneras, que a veces todo el esfuerzo del mundo no es suficiente si no viene de ambas partes. Y que a veces la decisión más amorosa y compasiva no es esforzarse por algo que es dañino, sino soltar y empezar de nuevo.
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