11 sept 2015

El Baile entre Chicory y Centaury

Es muy común que las personalidades complementarias se encuentren para mostrarse una a otra lo que necesitan aprender en esta vida. Creen ver un espejo, cuando en realidad están viendo lo contrario.

Es así como una personalidad Chicory, que aparenta una actitud de servicio para lograr ser el centro de la gratitud y los afectos de todos empata comúnmente con una personalidad Centaury, que tiene una verdadera vocación de servicio, pero que se deja pasar a llevar al no poder decir que no y permite que los demás se lleven el fruto y el crédito por sus esfuerzos.

Se encuentran por lo general por una causa o afecto en común y Centaury se siente acogido por el aparente afecto de Chicory y Chicory se siente halagado por la atención desinteresada e incondicional de Centaury. Chicory empieza a pedir, Centaury empieza a dar y Chicory devuelve un falso afecto aparentemente tan grande y sacrificado que Centaury siempre de alguna manera siente que queda en deuda, con un rastro de culpa de no poder responder en la medida de todo lo que recibe.

Chicory por mientras se siente altruista y que está ayudando a Centaury a crecer y ser una mejor persona, porque al ser más experimentado en la vida puede decirle a Centaury como debe hacer las cosas para que todo salga bien. Además que su afecto es algo que nadie más le puede dar.
Ambos les falta aprender a amar sanamente, Chicory, que no puede estar exigiendo el amor de los demás al nivel de manipularlos y Centaury a que el verdadero amor es cariñoso y no abusivo. Ambos necesitan aprender a amarse a sí mismos incondicionalmente.

Esta forma de vincularse viene de la temprana infancia.

Chicory aprende rápidamente que haciendo berrinches y pataletas puede lograr la atención de sus padres o cuidadores y muchas veces lograr hacer lo que quieren e incluso que le compensen. Entonces aprender a simular el llanto le es una herramienta altamente rentable. en los niños no hay un discernimiento de si esto es bueno o es malo, cualquier niño va a sonreír, llorar, bailar o hacer cualquier tipo de gracias por recibir un cariñito, un chocolate, un juguete o en casos extremos incluso un reto y un castigo que representen un poco de atención de parte de los padres. En el caso de Chicory sus padres le prestan atención y corren cuando el niño llora o hace berrinches. Y muchas veces los mismos padres usan estas técnicas entre ellos o con otros, lo cual el niño aprende rápidamente mejorando sus propias técnicas.

Lo difícil con esto es que no aprenden a estar solos, disfrutar y valorar su propia compañía y se valoran solo en función de la atención que reciben.

El niño Centaury en cambio siente abandono desde pequeño por padres ausentes, por tener que competir con hermanos u otros miembros de la familia o exceso de de trabajo de los padres. Aprende pronto que ayudando o haciendo pequeños servicios recibe reconocimiento, gratitud o al menos un poquito de atención. Empiezan entonces a tomar responsabilidad que no les corresponden de manera voluntariosa o tal vez a regañadientes con miedo de decir que no, para no perder ese pedacito de atención. Se convierten fácilmente en viejos chicos que se olvidan de jugar y disfrutar de la vida, abarcando responsabilidad de los demás, de las cuales se sienten culpables si no las cumplen. Frecuentemente sus padres son exigentes con ellos, pero a su vez también tienen dificultades de poner límites a la familia, amigos o conocidos.

Así estos personajes se encuentran aparentemente formando un círculo vicioso, pero aquellas dificultades nefastas que aparecen en un comienzo hacen evidente lo que cada uno necesita aprender y en la medida que cada uno toma consciencia de la causa de su sufrimiento y se hace cargo de transformar su realidad este vínculo se puede convertir en un círculo virtuoso. No siempre es evidente y se puede necesitar ayuda. A veces también este proceso de toma de consciencia y transformación puede ser doloroso, pero al final es tremendamente liberador y trae consigo una nueva forma de vivir la vida con mucha más tranquilidad y alegría.

Imágen por Christian Shloe

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